Perdimos a Curro Jimenez…. Esta editorial va dirigida a los cuarentones, a la generación nacida en los años sesenta, que tuvimos la suerte dedisfrutar durante nuestra infancia y pre-adolescencia deuna serie emblemática de la Rtve, cuando la televisión eraespañola. El nueve de agosto se nos marchó, con 75 años, SanchoGracia, conocido por su papel de “Curro Jimenez”. Recuerdo que con 12 años había un momento mágico para mi y era cuando sonaban los acordes de la melodía de la serie y aparecía en pantalla aquél bandolero descarado, pendenciero y sentimental a lomos de un caballo español tordo, campaneante, de galope elevado. En esosmomentos se disparaban los sueños de una niña de 12 años que, lejos de estar enamorada del personaje, hubiera querido ser como él. Yo, que entonces vivía una realizad lejana a los caballos pero me moría de ganas de estar junto a ellos, aplacaba la sed viendo a aquel hombre que se hizo bandolero tal como respuesta al daño que una sociedad corrupta y una justicia manipuladora le hicieron a el y a su familia y se tiró al monte, se hizo proscrito y como un Robin Hook a la mediterránea dedicó su vida asobrevivir entre el delito hacia los más pudientes, azote deterratenientes, benefactor de los desfavorecidos y el amor a la libertad, a lomos de un caballo. Sancho Gracia consiguió este papel gracias a que sabíamontar a caballo y lo que tal vez nunca imaginó es que suimagen y la de Curro Jimenez se iban a solapar parasiempre y este papel es el que le daría la fama.En mis recuerdos de infancia me veo absorta mirandoaquella pantalla en blanco y negro, soñando con estar cercade los caballos y en recorrer libre un ilusorio campo sin vallados ni cerramientos. Los años han pasado y poco a poco las realidades de la vida hacen olvidar los sueños de la infancia, el mundo nos encorseta entre sus exigencias sin sentido para que llevemos esa vida ordenada que tanto les gusta vendernos a nuestros políticos y gobernantes por que es garantía de su bienestar, pero en el corazón de muchos de nosotros se habrá quedado la pequeña llama de la admiración por el bandolero transgresor, un tanto pillo y un poco sentimental que nos inculcó que se puede ser un poco libre…....a costa de pagar un alto precio y lo que es mejor; montado en un caballo. Elena Herranz de la Fuente

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